Está claro que para cualquier persona que se apoya en las interpretaciones del sentido común, la concepción de la violencia se fija en los actos divulgados por los diversos medios, en aquellos que dan posiciones destacadas a esa clase de noticias, la mayoría de las veces más allá de lo debido y más allá de lo necesario.
Así, se impone que violento es el individuo que hurta o que roba, o que mata o se mata, que es atrapado o no en episodios de pugilato, o que secuestra y así sucesivamente. Pocas son las mentes que consiguen ver actitudes violentas en las actuaciones comunes, en lo cotidiano de la mayoría de las personas. Por lo general no se consideran como violentos, los gestos, los dichos, y los actos que hieren directamente el alma, muchas veces ocasionando consecuencias para el cuerpo.