Era el día de las profesiones en la escuela municipal. Los padres comparecían y relataban detalles de cómo ejercían su profesión. Los alumnos, curiosos, hacían preguntas.
Algunas profesiones encantaban a la clase por el coraje necesario, como la de los bomberos; o excitaban la fantasía de los niños, como la de actor, músico o jugador de fútbol.
Cuando el padre de Sergio entró en la sala, el niño fue deslizándose por la silla, deseando ocultarse. Se quedó imaginando lo que su padre iría a decir. Se sonrojó de vergüenza. Sin embargo, Roberto, mostrándose a gusto, contó que en ese momento estaba desempleado.
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