…Así con el mineral bruto, bajo la acción del fuego o de las aguas, se transforma poco a poco en metal puro, así también el alma, incitada por el aguijón del dolor, se modifica y fortalece. Es en el medio de las pruebas que se templan los grandes caracteres.
El dolor es la purificación suprema, el crisol donde se funden los elementos impuros que nos contaminan: el orgullo, el egoísmo, la indiferencia.
Es la única escuela donde se depuran las sensaciones, donde se aprende la piedad y la resignación estóica.”
(León Denis en el libro : “El Porqué de la Vida” , Cap. VI)