
Lentamente apareció
anhelante peregrino
notó sombra en el camino
oró un instante y siguió
bello, gracioso y gentil
levanta un árbol su frente
en cuyas ramas, doliente
duerme el céfiro de abril.
Una flor pálida y sola
que al pie del árbol crecía,
una hoja seca escondía
en su plegada corola:
su martirio y su dolor
al árbol lástima dieron,
diciéndola, ¿Qué te hicieron
en el mundo, pobre flor?
Aquilón fiero y cruel
lastimó tus blancas hojas;
borrar quiero tus congojas,
abrazándote en mi vergel.
La providencia, señora,
es el lento peregrino,
vos, el árbol del camino
yo, la flor que triste llora.
Amalia Domingo Soler