Un día un importantísimo general fue a visitar al Maestro Zen Hakuin. Este se acercó y luego de hacerle una reverencia le preguntó …
– Maestro … ¿Realmente existen el cielo y el infierno?
El maestro lo observó inmutable y le preguntó …
– ¿Cómo te ganas la vida?
– Soy general. Respondió rápidamente el invitado.
– General … jajajajaja- rio estruendosamente el Maestro. Quien puede ser tan estúpido de nombrarte general si no podrías ser ni carnicero …
– ¡¡¡¡Qué!!!! Gritó el general encolerizado y con la velocidad de un rayo desenvainó su espada.
Se afirmó en el piso y se preparó a descargar su ataque sobre el Maestro.
– Te voy a hacer pedazos…
– ¡Aquí están las puertas del infierno! gritó el Maestro con una voz potente y segura; pero no solo fue su voz. Algo extraño ocurrió y el general pudo verse con total claridad reflejado en los ojos de aquel Maestro; sus ojos inyectados en sangre, el rostro irradiando furia, su enajenación. Se sintió avergonzado así que guardó su espada y visiblemente apenado le dijo:
– Discúlpeme por favor por mi insolencia.
– Ahí están las puertas del cielo. Sonrió el Maestro Kanji Chi
Extraído de «Cuentos Zen»