La perfección es la belleza que aparece en aquello que hacemos con el interés de hacer lo mejor.
Debemos buscar la perfección en todo lo que hacemos, en todo lo que hablamos o escribimos. Ella comienza en un simple acto de nuestra vida y resplandece en la gloria del alma que consiguió alcanzar la plenitud del amor. Por la mala voluntad de nuestras deficiencias, es de buen albedrío que pensemos en la perfección todos los días, iniciando en los primeros cumplimientos dentro de casa, hasta las mayores decisiones que tengamos que tomar en nuestras obligaciones diarias.
Los espíritus superiores llevan eso en serio, buscando medios interminables para siempre hacer lo mejor, porque sienten y ven reflejar en la creación de Dios, todo en perfecto orden.
La armonía divina canta, desde el conocimiento del átomo, hasta el concierto de los mundos que circulan en el universo. Aunque nuestros pensamientos surjan en nuestro mundo mental, desordenados como suele ocurrir, es nuestro deber esforzarnos para modificar las ideas.
Pensar en la perfección es el primer paso y trabajar en la madurez de los pensamientos es el inicio de lo Bello que podrá ser nuestro mundo interno y externo.
Los grandes genios de la humanidad dejaron sus trazos de luz en la historia por amar la perfección. Ellos se esmeraron constantemente para hacer todo dentro del orden del universo y fue eso que los llevó para la admiración y el respeto de todos.
Todos nosotros tenemos en torno de nosotros una atmósfera espiritual, cuya luz, u oscuridad, depende de nosotros, de aquello que nos dispongamos a hacer, por la vida. Y, si comenzamos a pensar en hacer todo con esmero, creamos esa fuerza positiva que nos rodea y nos ayuda en la seguridad de aquello que deseamos ser.
Comenzad con el simple aseo por la mañana, haciéndolo bien hecho, sin que el exagero os toque con el dedo del fanatismo, de ahí la perfección pasará automáticamente para todo lo que hagáis.
No podéis descuidar vuestro alimento, vestuario y vivienda, sin que la basura y el desperdicio os acompañe, para perturbar vuestro trabajo. Incluso vuestros gestos podrán ser perfectos. Todo lo que parte para lo Bello agrada y alegra por donde andamos; y la más alta perfección, es bueno que se recuerde, está dentro de la perfecta simplicidad.
He aquí porque el Cristo conquistaba los corazones y quedó inolvidable en la historia de todos los pueblos y nuestra admiración por Él crece, cuanto más lo conocemos. Él es el molde de la verdadera perfección y nos dejó vigoroso estimulo, cuando dijo: “Sed perfectos, como perfecto es vuestro Padre Celestial”.
Comenzad a analizar las cosas todos los días, que se abrirá en vuestros sentimientos una visión mayor y por ella sentiréis la perfección de Dios en todo lo que vuestras manos toquen.
Queremos deciros que la salud es sinónimo de perfección. Si queréis equilibrio orgánico y psíquico, iniciad la búsqueda a ese atributo grandioso, haciendo todo bien hecho y conquistareis la palma de nuestra verdadera felicidad.
Trabajad por las cosas de la Tierra, sin olvidaros de los cielos. Vamos a repetirlo para que quede bien claro: tened prudencia con el cuidado excesivo; la obstinación es campo abierto para el desequilibrio y huye de nuestras manos, en esa hora, la belleza de lo que buscamos.
Si buscáis salud, necesario se hace que tengáis en primera instancia, el buen sentido.
Por el espíritu Miramez
João Nunes Maia
Extraído del libro “Salud”
Traducido por R. Bertolinni