Después de la tensión experimentada en el transito sofocante, llegas invariablemente al lugar de trabajo con mal humor, cansancio o indisposición.
Relacionas entonces las necesidades que debes suprimir, y sufres bajo la coyuntura que se te impone, en el trabajo diario.
Ves a otros individuos que parecen prósperos y felices, disfrutando beneficios de la vida, que nunca te llegarán, y la amargura comienza a anidarse en tu sentimiento dolido.
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Evita caer en el desaliento, frente a la insinuación falsa.
El trabajo es don de la vida, que dignifica y mantiene al hombre.
En todas partes el trabajo se impone como ley mantenedora del equilibrio.
Sin el trabajo todo retornaría al caos del principio, y los objetivos superiores naufragarían en el tedio y en la ociosidad enfermiza.
Busca, por tanto, motivación para hacer bien tu trabajo, renovándote en él y en él colocando tus mejores empeños, de modo que te enriquezca de justa gratificación emocional en relación a tu maravilloso medio de ganar con nobleza el pan diario.
Espíritu Joanna de Ângelis
Médium Divaldo Franco
Del libro “Episodios Diarios”
Traducido por Francisco Sanchez