
¡Llorar eternamente es tu destino!
Víctima de tu suerte desgraciada
los abrojos alfombran tu camino.
¡Eres, noble mujer, desventurada!
Solo tu inmenso amor al Ser divino,
te hace vivir tranquila y resignada…
¡Tú sufrimiento y tu dolor deploro,
y uno mi canto con tu amargo lloro!
Te arrebató, la muerte inexorable
tus objetos de amor y de ternura,
los que hicieron tu vida tan amable
con su amorosa y célica dulzura…