
Preg. – ¿Cómo pueden los Espíritus obrar sobre la materia? Esto parece contrario a todas las ideas que nos hacemos de la naturaleza de los Espíritus.
Resp. – «Según vosotros, el Espíritu no es nada; esto es un error; nosotros ya hemos dicho que el Espíritu es algo, y es por eso que puede obrar por sí mismo; pero vuestro mundo es demasiado grosero para que pueda hacerlo sin intermediario, es decir, sin el lazo que une el Espíritu a la materia.»
Nota – El lazo que une el Espíritu a la materia, si no es inmaterial, es por lo menos impalpable; esta respuesta no resolvería la cuestión si no tuviésemos el ejemplo de fuerzas igualmente imponderables que obran sobre la materia: es así que el pensamiento es la causa primera de todos nuestros movimientos voluntarios y que la electricidad derriba, levanta y transporta masas inertes. De lo que no se conoce el móvil, sería ilógico concluir que éste no existe. Por lo tanto, el Espíritu puede tener palancas que nos son desconocidas; la Naturaleza nos prueba todos los días que su fuerza no se detiene ante el testimonio de los sentidos. En los fenómenos espíritas, la causa inmediata es indiscutiblemente un agente físico, pero la causa primera es una inteligencia que obra sobre este agente, como nuestro pensamiento obra sobre nuestros miembros. Cuando queremos golpear, es nuestro brazo que obra, no es el pensamiento el que golpea: éste es quien dirige al brazo.