Comparecimos, cierta vez, al velatorio de un compañero de Doctrina. Los familiares, espiritas también, perfectamente conscientes de los problemas relacionados con el desligamiento, le ofrecieron un inestimable apoyo y edificante ejemplo de equilibrio y compostura que sensibilizó a mucha gente.
No había ningún aparato fúnebre. Solo flores, muchas
flores y música suave, convidando a la meditación. Viuda e hijos recibían las
condolencias con serenidad, vertiendo lágrimas discretas, amenizando el trance
de amargura con una perfecta conformación a los Designios Divinos. Se pedía
silencio y oración. Por dos o tres veces, en el pasar de las horas, eran
leídos, en voz pausada, textos espiritas relacionado con la muerte, destacando
a los presentes de sus responsabilidades delante de alguien que, en las puertas
de la Vida Espiritual, ave presto a dejar la jaula que lo aprisiona, tiene las
alas aun frágiles y comprensibles inhibiciones, problemas que pueden ser
agravados o minimizados por los presentes.
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