Se opera en la Tierra, en este largo periodo, la gran transición anunciada por las Escrituras y confirmada por el Espiritismo. El sufrido planeta experimenta convulsiones especiales, tanto en su estructura física y atmosférica, ajustando sus diversas capas tectónicas, concerniente a su constitución moral. Todo esto porque los espíritus que lo habitan, que transitan en franjas de inferioridad, están siendo sustituidos por otros más elevados que lo impulsarán por las veredas del progreso moral, dando lugar a una nueva era de paz y felicidad.
Los espíritus renitentes en la perversidad, en los desmanes, en la sensualidad y vileza, están siendo enviados lentamente para mundos inferiores donde enfrentarán las consecuencias de sus actos innobles, así renovándose y predisponiéndose al retorno planetario, cuando recuperados y decididos al cumplimiento de las leyes de amor. Por otro lado, aquellos que permanecieron en las regiones inferiores están siendo traídos a la reencarnación para que disfruten de la oportunidad de trabajo y aprendizaje, modificando los hábitos infelices a los que se han sometido, pudiendo avanzar bajo la regencia de Dios.