“Huye también de las pasiones juveniles”
El consejo de Pablo a Timoteo interpreta llanamente el problema de la reforma interior, que no es fácil de realizar. Requiere lucha, estudio, meditación, perseverancia. Las imperfecciones y tendencias para el mal, son inherentes a la propia condición de inferioridad del planeta, el cual constituye, en esta etapa de nuestro proceso evolutivo, el hábitat temporal de la psique. Retoñan en él, vigorosamente, los sentimientos anti evangélicos.
Las semillas del mal encuentran, en la esfera terrena, la gleba propicia para despertar. Aún mismo, almas ya dotadas de ciertos conocimientos intelectuales y cualidades nobles, sufren, al reencarnar en la Tierra, las influencias del ambiente, sin que eso constituya, como tal vez pueda parecer, un retroceso o regresión. Innumerable cantidad de veces el propio Pablo de Tarso confesaba, amargado: “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.”