“Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.” –Jesús (Lucas, 21:19)
Al final de cuentas, tener paciencia no será sonreír para las maldades humanas, ni hacer honradas sus actividades indignas sobre la faz del mundo.
Concordar con alguien con todos los males de la senda terrestre, a pretexto de revelar esa virtud, sería un contrasentido absurdo. Tener paciencia, entonces, será resistir a los impulsos inferiores que nos rodean en la senda evolutiva, conduciendo todo el bien que nos sea posible a los seres y cosas que se encuentren delante de nosotros, como la representación de esos mismos impulsos.