Hagamos una reflexión en torno a los objetivos esenciales de nuestra existencia en la Tierra, y preguntemos de manera profunda y significativa:
-¿Qué quieres que haga, Señor?
Cuando Él se apareció en las puertas de Damasco a su enemigo, su pregunta estuvo caracterizada por la ternura:
-Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?