Dentro de los límites razonables, es conveniente, ejercer control sobre los médiums desde la iniciación del desarrollo, orientándolos moralmente, esclareciéndolos sobre la manera más perfecta de ejercer las facultades que posean, o en otro sentido, impidiendo o reduciendo al mínimo las posibilidades de mistificación, de caídas y fracasos, ya que no sucede lo mismo en relación a las facultades en sí mismas, puesto que su dominio se nos escapa.
No hay procedimiento alguno que se pueda emplear, en forma sistemática y al alcance de todos, que realmente inspire confianza y represente seguridad para enfrentar los múltiples y complejos aspectos que la mediúmnidad nos presenta constantemente en la práctica.