Rechazar la suposición de que tiene responsabilidades o una misión de gran trascendencia, reconociéndose humilde, encargado de tareas comunes, aunque graves e importantes como las de cualquier otra persona. EL colaborador de Cristo es siempre siervo, y siervo del amor.
En el horario disponible entre las obligaciones familiares y el trabajo que le reporta la subsistencia, vencer los imprevistos que le puedan impedir comparecer a las sesiones, tales como visitas inesperadas, fenómenos climáticos y otros motivos, manteniendo lealtad al propio deber. Sin entusiasmo íntimo no hay ejercicio mediúmnico productivo.