La vida de la gente es algo bastante fascinante, porque existe un timón y muy poca gente se da cuenta de que nuestra vida tiene un timón. Es muy común encontrarnos, en cada momento, en nuestras conversas, junto a las personas que nos relacionamos, aquellos discursos que dicen: “Yo no consigo. Eso no lo consigo. No soy capaz. Yo no puedo hacerlo. ¡Ah! Eso es muy difícil.”
Ciertamente cuando encontramos ese tipo de discurso, percibimos que existe una gran fragilidad del individuo, del dueño del discurso, en función de lo que él pretende expresar. Casi siempre el desea decir su incapacidad, de su imposibilidad.