El Espiritismo es la política del amor. Ligando los hombres entre sí, en la Tierra, y los hombres con los espíritus, entre la Tierra y el Espacio, él realiza la mayor y más bella política de todos los tiempos, para la buena administración de las riquezas públicas del espíritu. Mas, siempre que posible, el espírita puede y debe dar, a la política del mundo, la ayuda divina de la política del cielo.
La palabra política viene del griego polis, que quiere decir ciudad, y significa el arte de gobernar y administrar la ciudad. Como sabemos, las ciudades griegas eran Estados. Así, política es el arte de gobernar el Estado y administrar las riquezas públicas. ¿Puede el espírita quedar ajeno a un problema como ése, que afecta a toda la colectividad? No. El propio Espiritismo, como dijimos arriba, es una política superior, aplicada no apenas a la ciudad del mundo, mas también a la ciudad celeste y a las relaciones entre las dos ciudades.